First published on Dec. 1, 2018 by ClásicoDMX magazine. For the digital version, visit: http://www.clasicodmx.mx/clasico-dmx-diciembre-2018-enero-2019/
Jorge Galindo es un artista que utiliza materiales cotidianos como base de sus obras para potenciar sus calidades y darles un nuevo sentido, lenguaje y significado. En las superficies que prepara deja la huella del vivir, abstrayendo la procedencia de lo que ensambla y sirve de piel.
Su imaginario es acumulativo, así Galindo lleva hasta su espacio pictórico retales de telas abandonadas, que adquieren una dimensión casi totémica.
Este trabajo es una pintura auto-proclamativa en la que es patente la exhibición de fuerza y la convicción con la que se acometen las obras, que bien pueden ser una representación de la vida como caos subordinado al cuadro.
Galindo considera que el paso decisivo en su formación, a la vez que su primera toma de contacto con el mundo del arte, fueron los Talleres de Arte Actual del Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Su obra, enmarcada bajo los preceptos de una cierta abstracción gestual y operadora pertinaz del gran formato, ha estado determinada por un obsesivo ejercicio de la técnica del collage que ha acabado por definir los pilares que sustentan, por un lado su acción pictórica, y por otro, su compresión de la imagen.
Sus primeras producciones se interesaron más por los aspectos materiales y táctiles que por la propia gramática de su territorio plástico. Mediante el uso de lonas, arpilleras o materiales de desecho, o incluso sustituyendo el soporte habitual del lienzo por maderas, toallas o mantas, se enfrentaba a la pintura de un modo casi físico. Pero no cualquier materia encontrada podía convertirse caprichosamente en soporte, sino que debían poseer ya unas cualidades plásticas y cromáticas propias.
A estos iniciáticos intereses se les irían sumando otros relacionados con los referentes iconográficos y los registros visuales que irían sumando otros relacionados con los referentes iconográficos y los registros visuales que irían emergiendo paulatinamente a la superficie del cuadro: en una suerte de fagocitación icónica, sus fotomontajes realizados con estampas procedentes de calendarios, antiguas revistas ilustradas o vinculadas al mundo de la publicidad y el cine, le sirven para reflexionar sobre el estado de la cuestión de la pureza de la imagen y su consecución.
En la instalación que presenta GE Galería, cuyo título remite a uno de los tres cuadros que componen el tríptico: "La danza roja", "Germinal" y "El eco de los pasos," la pintura es una suerte de danza orgiástica donde se da cuenta del deseo de dotar de intensidad su vida en cada signo.
La pintura se ofrece como pura huella y resto de trazos fracasados. Estos telones delimitan cada uno de ellos, el territorio del suelo del estudio del artista donde están trabajados.
En estos cuadros Jorge Galindo ha generado una dialéctica entre la superficie y las manchas o regueros de pintura que vienen a descomponer la estructura geométrica de las telas que sirven como soportes para la pintura donde surgen asociaciones se convierten en signos totales de colores y superficies.
Sus pinturas y collages creados por series bien definidas podrían interpretarse como una serie de ironías acerca de la propia pintura como objeto genérico burgués. Mediante su práctica artística Galindo se posiciona a sí mismo como pintor y productor de imágenes tardomoderno. Su pintura va más allá de categorizaciones estilísticas modernas, consciente del flujo de imágenes-mercacía, de su uso y desecho; incluye recursos desechables y urbanos que bien podrían considerarse una reflexión sobre el ser pintor-autor, o estar pintando y qué pintar.
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